Fuera ya de lo que es la zona más cercana a las Cataratas del Niágara, toda la zona ofrece paisajes y posibilidades de excursiones muy interesantes simplemente acompañando al río Niágara en su recorrido hasta el Lago Ontario y su desembocadura en Niagara on the Lake. El recorrido podemos hacerlo en coche, en bicicleta o con la ruta de autobuses turísticos de Niagara Falls.
A tres o cuatro kilómetros de las Cataratas, siempre en el lado canadiense, nos encontramos con el centro histórico del pueblo de Niagara Falls. La localidad vivió tiempos mejores, pero sigue contando con la estación de autobuses y la de ferrocarril y, si nos damos un paseo por ella, tendremos la oportunidad de ver un pueblo decadente y que, en algunas zonas, parece casi un pueblo fantasma. Es una visita curiosa.
Siguiendo paralelos al cañón del río, que va bastantes metros por debajo de la carretera principal y ofrece vistas interesantes, llegamos hasta el remolino de 365 grados, que es una gran balsa de agua en el río en el que el agua entra, da una vuelta completa y sale en otra dirección. El remolino es curioso, pero nada del otro mundo, aunque sí que es muy llamativo un pequeño funicular construido a principios del siglo XX por el ingeniero español Torres Quevedo que lleva por nombre Spanish Aerocar.
Más adelante, nos encontramos con jardines entre los que podemos visitar la reserva de mariposas de Niagara Falls o el reloj de flores. Durante el recorrido podremos contemplar también una de las presas eléctricas más grandes de América del Norte o visitar algunas zonas que fueron claves en las escaramuzas bélicas entre Estados Unidos y lo que entonces eran las colonias británicas en Canadá a principios del siglo XIX.
Finalmente, después de atravesar algunos campos de frutales e intuir las zonas de las viñas donde se produce el vino local, llegamos a Niagara on the Lake, que es un pequeño pueblo tranquilo, de arquitectura colonial, donde el río Niagara llega al final de su recorrido en el Lago Ontario.
Niagara on the Lake no deja de ser un pueblo turístico. Pequeño, pero encantador, con casas unifamiliares y algún pequeño carruaje de caballos dando paseos a los turistas en temporada alta. Es famoso, también, por sus tiendas de dulces y golosinas varias. Con poco más de media hora de paseo podremos verlo en su totalidad.
La región del Niágara ofrece también grandes posibilidades de excursiones para los amantes del vino. Es la gran región vinícola de Canadá y en los alrededores de Niagara on the Lake podemos encontrar numerosas bodegas pequeñas que producen vino de una calidad más que aceptable. Es posible, incluso, unirnos a alguna ruta vinícola por la región e ir probando sus caldos de bodega en bodega.
No obstante, lo más habitual es unirse a alguna de las excursiones organizadas desde Toronto a las Cataratas del Niágara que tienen como última parte del recorrido las visitas a Niagara on the Lake y las bodegas (como éste) y aprovechar el mismo día para ver toda la zona.
El vino más característico de la región es el llamado icewine y tiene un curioso proceso de elaboración. Las uvas se recogen cuando están congeladas, lo que hace que el agua de su interior se haya convertido en hielo y que al exprimirlas se obtenga un mosto muy concentrado y muy dulce. Se necesitan muchas más uvas para elaborar uno de estos vinos que uno normal, por lo que el precio es también más caro. El icewine de la región del Niágara se vende en botellas pequeñas y se ha convertido, también, en un recuerdo típico de la zona.